Desde hace más de un año la industria farmacéutica viene desempeñando un papel fundamental en la lucha contra la pandemia, ya sea por su rol en el abastecimiento de medicamentos o por sus investigaciones en tratamientos y vacunas para frenar el coronavirus. Lo cierto es que estas acciones no hacen más que perfilar al sector como base principal para enfrentar esta terrible crisis sanitaria y económica, que tiene a los países del mundo en una evidente “atención crítica”.
Sin embargo, el camino a este panorama trajo consigo grandes desafíos que hasta hace buen tiempo no estaban mapeados, como la revaloración de la ciencia, la visibilidad de los profesionales de la salud, el libre acceso al mercado de medicinas y el fortalecimiento de las relaciones entre el sector público y privado. Retos que, de ser analizados y profundizados, ayudarían a consolidar a la industria como un actor de desarrollo social y progreso económico en un mundo post pandemia. Además, de establecer sólidos cimientos de capacidad de innovación y alta complicidad con todos los públicos de interés para luchar contra futuras crisis de salud pública.
El valor de la industria
El contexto actual puso en valor la labor de los profesionales de la salud, la necesidad de un sistema sanitario público de amplia cobertura, y la urgencia de un sector integrado y dotado de recursos para evitar el colapso de los hospitales ante posibles crisis. Pero una de las herencias más visibles que nos viene dejando esta crisis sanitaria, es la confianza que la opinión pública ha depositado en la industria farmacéutica como agente para hallar soluciones que frenen la expansión del virus y que sea capaz de prevenir futuros contagios.
Confianza que se convierte en una esperanza colectiva y supone una oportunidad única para la industria, asumiéndola con transparencia, compromiso y tecnología. Sin embargo, aún existe el gran reto de profesionalizar la comunicación de la salud a fin de mejorar la reputación del sector y la relación con sus públicos, sobre todo en tiempos de miedo y digitalización donde los ciudadanos están expuestos a constantes desinformaciones y fake news.
Asimismo, la pandemia evidenció que los profesionales de la salud, el sistema público y los socios sanitarios, si bien son elementos importantes, son recursos insuficientes para afrontar los problemas de salud pública sin la ayuda de la industria farmacéutica y sus herramientas de diagnósticos, fármacos eficaces y vacunas seguras.
Por eso, ante este problema global el mundo de la ciencia se unió en un trabajo articulado para lograr lo que el mundo estaba esperando: la elaboración de más de una vacuna contra el Covid-19 en menos de un año, cuando lo normal es que este procedimiento científico tarde entre 5 y 10 años.
Todo esto, bajo el liderazgo, conocimiento, experiencia y alta tecnología de las compañías farmacéuticas con el único objetivo de solucionar la crisis sanitaria y recuperar la economía del mundo.
El mercado de acceso y las relaciones con los gobiernos
El rápido acceso al mercado de medicamentos y vacunas, a través de relaciones solidas entre los laboratorios y los gobiernos es un desafío constante por la organización de cada país. Sobre todo, porque en situaciones como en la que vivimos, la sociedad aún percibe que el ánimo de lucro y la visión empresarial son los principales impulsores de la innovación farmacéutica, más allá de la salud de las personas.
Sin embargo, la ciencia nuevamente confirma que las vacunas son las únicas herramientas de la medicina que contribuyen a que los pacientes no desarrollen el virus de manera grave, evitando que terminen en un hospital. Por eso, la industria viene trabajando para transmitir a los gobiernos y a los organismos sanitarios que el sector farmacéutico tiene la contribución social más importante para volver a la normalidad a través de la inmunización de las personas, y el aporte necesario para contribuir a la reactivación de la economía, mediante la generación de empleo, investigación e innovación.
Asimismo, para enfrentar esta crisis se necesita de una acción global y coordinada entre el sector público y privado para sumar capacidades en el desarrollo, producción y distribución de medicamentos y vacunas contra esta enfermedad. Por eso, la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica destacó la necesidad de buscar un acuerdo global entre las autoridades sanitarias, compañías farmacéuticas, organizaciones de salud, asociaciones médico-científicas, operadores hospitalarios y socios sanitarios para desarrollar nuevos medicamentos y distribuir de manera rápida y equitativa las futuras vacunas en el mundo.
Una visión que se venía pensando desde hace mucho. Incluso Bill Gates en un video de TED del 2015 presagiaba lo que se debía hacer frente a una pandemia global con fuertes consecuencias sociales y económicas. El empresario ponía sobre la mesa la importancia de crear colaboración público-privada, así como también incluir un sistema de alerta y respuesta global. Por último, fortalecer los sistemas de salud públicos de los países en vías de desarrollo para evitar, en origen, la creación de enfermedades y virus contagiosos. Ahora que los ojos del mundo están puestos sobre los hombros de la industria de la salud, esta es una nueva oportunidad para sumar esfuerzos y prepararse para futuras crisis sanitarias, mediante la especialización del personal médico y de investigadores en pandemias que reaccionen de manera rápida para mitigar con acciones, medicamentos y vacunas.
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